CUANDO MANTENER EL PUESTO DE TRABAJO SE CONVIERTE EN UN RETO

Tengo una discapacidad por enfermedad mental y se me hace un mundo cada vez que me enfrento a una nueva experiencia laboral. En mi día a día es habitual escuchar estás reflexiones. Como técnico de inserción laboral de personas con Enfermedad Mental Grave y Duradera soy consciente de una realidad a la que no siempre nos enfrentamos. No es ningún secreto que, a pesar de que el trabajo es un derecho universal, no todas las personas tienen las mismas oportunidades de participar en el mercado laboral. Imaginad por un momento sufrir la pérdida de habilidades sociales o cambios en el proceso de aprendizaje que dificulte mucho la comprensión de procedimientos, pautas y procesamiento de la información. A esto súmale los efectos de una medicación que dificulta tu capacidad de reflejos y atención que influyan negativamente en tu ritmo, organización y planificación de trabajo. O también podrías padecer alteraciones en tu autoconcepto que provoque la pérdida de confianza en tus capacidades y aumente tu desconfianza en la relación con los demás. Ahora imaginad que empezáis en un trabajo nuevo. ¿Notáis como el miedo os invade? Esto es lo que le ocurre a un 25% de la población mundial, un porcentaje más vulnerable a la hora de afrontar situaciones de estrés como enfrentarse a lo desconocido, a un entorno nuevo, darse a conocer y relacionarse con personas que nunca habías visto antes, demostrar a los demás y a ellos mismos que son capaces de afrontar este nuevo reto y dar la talla. Para muchos empresarios es un reto arduo y casi imposible de realizar, y lo tienen presente a la hora de contratar. Según los datos de la Organización Internacional del Trabajo en el 2003, solo el 40% de las personas con discapacidad en edad laboral de la Unión Europea, tenía empleo comparado con 64,2% de las personas sin discapacidad y en España se señala que alrededor del 90% de las personas con enfermedad mental grave no tienen ninguna actividad profesional. Sin embargo, y más allá de los datos, nuestro país desde los años 90, ha creado y desarrollo programas de empleo para que personas con discapacidad y con especiales dificultades pueda acceder, mantenerse y promocionarse en el mercado de trabajo abierto. Se trata de un programa personalizado de inserción en empresas (Individualized Placement and Support) que, a través de la actuación de un Preparador Laboral, ofrece soporte a la persona con discapacidad, al empresario y a los compañeros de trabajo. Los programas de Empleo Con Apoyo (ECA) se basan en el modelo “placetrain”, cuya clave radica en proporcionar apoyos de acuerdo a las necesidades que surjan durante su actividad laboral para facilitar la integración.Existen distintos niveles de apoyos –intermitente, limitado, extenso y generalizado- que dependerán de las necesidades de la persona, de las necesidades del entorno. Todos ellos variarán en función del momento. Como señala Cristina Vilaplana-Prieto en su artículo Discrimination at workplace due to chronic illness or disability, el 28% de las personas con problemas de salud de larga duración alegan que el principal motivo para no buscar trabajo es el trato discriminatorio sufrido en el pasado. Sin embargo, señalar que todos los trabajadores con enfermedad metal tienen necesidades de apoyo en el puesto de trabajo es caer en estereotipos. No es así en todos los casos. Los programas de Empleo Con Apoyo no sólo van destinados al trabajador con discapacidad, sino también a la propia empresa, trabajando en la mejora de los flujos de relación con el trabajador con discapacidad a través de actividades formativas. Asimismo, directivos y compañeros de trabajo contarán con el asesoramiento y las herramientas necesarias ante cualquier incidencia que pueda surgir en el puesto de trabajo a lo largo de toda la relación contractual entre el trabajador y la empresa. Uno de los valores más importantes del programa es fomentar y propiciar la autonomía del trabajador y hacer de los directivos y compañeros de trabajo sus propios apoyos naturales. Por ese motivo, y dado que no es un servicio de carácter permanente, el preparador laboral retirará su apoyo de manera progresiva. Este modelo de apoyos se enfoca en la optimización de las relaciones interpersonales y laborales, al tiempo que incrementa la seguridad eliminando o mitigando los miedos de convivir con algo “diferente” y desconocido. Estos programas forman parte, asimismo, de las políticas activas de empleo y está regulado por el Real Decreto 870/2007, de 2 de julio, que recoge el programa de empleo con apoyo como medida de fomento de empleo de personas con discapacidad. En España existen organizaciones que ofrecen estos servicios a coste cero para las empresas. Madrid cuenta, entre otros, con los Centros de Rehabilitación Laboral (CRL) que pertenecen a la Red de Atención Social a personas con enfermedad mental de la Consejería de Políticas Sociales y Familias de la Comunidad de Madrid. Estos recursos van destinados a trabajadores con enfermedad mental para ayudarles a recuperar o adquirir los hábitos y capacidades laborales necesarias para acceder al mundo laboral y apoyar su integración y mantenimiento en el mismo. Los resultados hablan por sí mismos. Estudios como el realizado por el Instituto de Integración en la Comunidad (INICO) de la Universidad de Salamanca en colaboración con la Asociación Española de Supported Employment (AESE) sobre la situación del Empleo con Apoyo evidencian los buenos resultados obtenidos –en términos cuantitativos- de personas integradas en puestos de trabajo mediante este sistema.