LLORAR O VENDER PAÑUELOS

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"Mientras unos lloran, otros venden pañuelos"
Frase sugerida por Joan Conesa Flores

Una de las lecciones más importantes que he aprendido en mi corta vida (que con 42 tacos soy un chavalín) es que todo en ésta vida tiene diferentes perspectivas. Para mi puede ser blanca y para ti negra una misma situación, hasta la más extrema. Son los ojos de quién mira quien decide el color.

Por eso llegué a la conclusión de intentar, siempre que sea posible, sacar lo mejor de cada situación que me toque vivir. Unas veces costará más que otras, pero se puede. Lo estoy viendo....( ¡Manos en la cabeza!).... "¿Pero cómo puedes decir tamaña estupidez?. ¡Hay momentos en la vida que es imposible hacer eso!". Pues, no estoy de acuerdo y os diré por qué.

La experiencia más extrema que he tenido que vivir fue la muerte de mi padre por un cáncer. Y el muy cabrón no avisó. Llegó para quedarse y se lo llevó en tiempo récord. Mi padre era ( y es) mi referente como ideal al que poder llegar algún día. Tenía muchas virtudes y muchos defectos, pero era más que un padre. Amigo, confidente, salva culos, pañuelo,.... Y era muy jóven cuando se marchó.

La noticia llegó, lógicamente, como un tsunami. Familiarmente hubo un bloqueo total, bloqueo lógico por otra parte. Primero negación y luego lágrimas y más lágrimas. Tampoco él se hizo mucho a la idea. Y llegó en uno de los momentos más duros a nivel personal, en plena reconstrucción personal tras una ruptura de pareja. Estaba aún intentando encontrar mi nuevo lugar en el mundo cuando todo sucedió.

Os juro que mi primer pensamiento fue el "normal". Hundirme del todo y naufragar completamente. Pero no se de donde ni como, surgió de mi una reacción inesperada. A día de hoy se que gran parte de mi familia aún no la entiende. Elegí no derramar una puñetera lágrima. Para mi no era el momento. No sabía el tiempo que aún tenía para estar con mi padre, pero sabía que no era mucho y quería vivir ese tiempo con él de otro modo. Busqué en mi todo el positivismo que no era capaz de encontrar para mí, e intenté regalárselo a mi padre.

No le miraba como a un moribundo al que le quedaba poco. Le miraba con agradecimiento por todo lo que me había transmitido en mis 38 años de vida. Lo que había aprendido de él directa e indirectamente. Sus esfuerzos por hacer de mi una buena persona y darme todo lo que estaba en su mano para tener una vida cómoda.

Recordaba las noches que pasábamos juntos jugando al Call of Duty y las que el se tiraba haciendo mis dibujos de pretecnología sabiendo que me salían como el culo. Las historias de sus días locos cuando era jóven y cada una de las 3 veces que me cruzó la cara por liarla parda. Era puro agradecimiento.

Y no quería ser una plañidera a su lado. Quería que viera que el duro trabajo que tuvo que realizar conmigo, sirvió para algo, para que se marchase tranquilo, sabiendo que había dejado un legado familiar del que debía estar orgulloso. Hasta el penúltimo día estuvo consciente, y sonriendo a pesar del terrible dolor que sufrió.

Desnudarme de este modo ante vosotros tiene un sentido. No hay situación extrema a la que no podamos poner otra perspectiva. No quiere decir que no te duela. No quiere decir que no te importe. Hay situaciones que simplemente son así. Porque forman parte de estar vivo. Aceptarlas y tratar de sacar lo mejor de ellas no es insensibilidad. Es respeto por ti y por la vida.

(Post creado gracias a la idea de Joan Conesa Flores).