Alberto 🐝 de la Torre

hace 6 años · 5 min. de lectura · ~100 ·

Blogging
>
Blog de Alberto 🐝
>
El artillero de Trafalgar (parte 2)

El artillero de Trafalgar (parte 2)

6304a300.jpg

La Batalla de Trafalgar duró poco más de seis horas y España y Francia eran los grandes derrotados. A lo largo de más de cien kilómetros de costa aparecían aparejos, retales, maderas y vestigios del combate, pero no solo aparecían restos de barcos, también hombres, alguno de ellos, milagrosamente vivo...


El artillero de Trafalgar (Parte 2)

Amanecía, aunque los primeros rayos de sol no iban a darse a conocer esa mañana. Ese día tocaba tormenta con un fuerte oleaje y la lluvia hacía mellas en la playa como si fueran pequeños guijarros insertándose en el lodo. La costa estaba vacía, era una playa larga y ese tramo era flanqueado por acantilados que hacían de mudos guardianes. Inmensas columnas de piedra, que parecían talladas a cincel, se erguían diseminadas a lo largo de la costa. 

En la orilla, azotada por el oleaje, un cuerpo. El frío que sentía en las piernas, ya entumecidas por el vaivén de las olas lo despertó del sueño profundo donde había estado sumido hasta ese momento. Trozos de madera, retales de barcos que hacía escasas horas eran el orgullo de dos países, estaban esparcidos por donde alcanzaba la vista. Poco a poco, y arrastrándose como pudo, el artillero se adentró en la playa. Le dolía hasta el último hueso, hasta el último pelo. Para su sorpresa, estaba incluso mejor de lo que creía, solo tenía todo el cuerpo lleno magulladuras, cortes a cual peor, y un trozo de astilla clavado en el brazo izquierdo, que apenas podía mover. Cogió un trozo de las muchas telas que había junto a él y se la puso a modo de torniquete. Había retales, aparejo, cabos y pedazos de madera esparcidos por toda la playa que la tormenta había acercado a tierra. Restos de la batalla, sin duda.

Después de sentarse tras unos matorrales cercanos entre las dunas e intentar recordar qué había pasado, se incorporó con dificultad y se encaminó por los acantilados, tierra adentro por donde buenamente pudo con la intención de salir lo antes posible de allí. Caminó sin rumbo, intentando ver más allá de donde la lluvia le dejaba, pero era imposible, su cuerpo ya no podía más, a pesar de ser un hombre acostumbrado a la dureza de la vida en la mar y a las peores condiciones. Estaba extenuado. Herido y sin saber dónde ir comprendió que estaba en un lugar donde su vida valía lo mismo que sus compañeros muertos. Nada. No pudo más y cayó al fango. A lo lejos, una pequeña asomada a una ventana, volvía a estar mirando al infinito. Pero esta vez, en ese infinito de fantasía que siempre le había otorgado paz y seguridad, había aparecido una sombra real que recordaba más a la muerte que a otra cosa.

María estaba preparando los avíos de la comida. Quedaba poca leña y tenía que ir al granero por algunos troncos, pero la idea de salir fuera con la lluvia que estaba cayendo en ese momento, no le hacía ninguna gracia. Sintió los pequeños pasos de su hija al bajar por la escalera y se volvió hacia ella.

– Hola cariño. ¿Cómo es que has bajado tan temprano, no tienes sueño? – Sabía que su hija se había levantado después que ella, y que las dos habían dormido poco esa noche. Debería estar aún en la cama.
– Mamá. – Y señaló por la ventana de la cocina hacia fuera.
– ¿Qué pasa, Rocío? Solo es una tormenta. ¿No te asustarás? – Sonrió mientras le acariciaba la cara.
– Un hombre. – Y volvió a señalar por la ventana.
– ¿Un hombre fuera, un vecino? ¿Dónde? – Inmediatamente miró a través de la ventana para intentar saber qué estaba pasando, y verdaderamente había alguien fuera de la casa. Se volvió y miró hacía las escaleras. – ¿Estás segura que has visto a un hombre fuera? Con la lluvia que cae ahora mismo puede que te hayas confundido.
– Se ha caído al suelo, junto a los árboles del final. – Y volvió a señalar en la dirección que antes le había mostrado a la madre.
– No te muevas de aquí, voy a ir por leña y de camino miraré si hay alguien. No quiero que hagas ruido, solo que estés aquí quieta. – La madre se había agachado para estar a la altura de su hija y la había agarrado con delicadeza por los antebrazos. – ¿Me has comprendido? – Insistió.
– Sí. – La afirmación siguió de un gesto de confirmación con la cabeza.
– Muy bien. Ahora vengo. – Antes de encaminarse hacia la puerta, cogió un cuchillo no excesivamente grande y se lo escondió entre las ropas. Se puso una pequeña toca de trapo en la cabeza y abrió la puerta.

Cuando salió de la casa la lluvia caía intensamente y soplaba un terrible viento, aunque parecía que daba una pequeña tregua y no hacía tanto frío como creía. Los árboles estaban en su mayoría casi pelados y sin hojas, sobre todo las parras, que parecían raíces retorcidas flotado en el aire. Las higueras enseñaban ya sus ramas vacías arañando el cielo por el viento. La tristeza lo invadía todo. Pasó junto al granero y se dirigió donde estaban los árboles que había indicado la pequeña. Poco a poco, aunque con paso firme, se alejaba de la casa. Cuando se acercó a los árboles empezó a divisar, 
a través de la cortina de agua que caía en ese momento, la figura de un hombre tendido en la tierra con media cara hundida en el fango. La ropa estaba raída, a trozos, y yacía encima de pequeños charcos rojizos que se diluían con el agua y manaban de las heridas que tenía por todo el cuerpo. La herida que peor pinta tenía era en una en su brazo, del que sobresalía algo que no distinguía bien. Un trozo de una madera oscura que a saber de dónde era.

Se acercó con cuidado y sacó el cuchillo, que adelantó con el brazo. Sabía que el día anterior hubo una batalla, pero no tenía ni idea de quién podría ser, ni la razón de que estuviera en sus tierras. Sí, en sus tierras, porque eran suyas antes de casarse, heredadas de sus padres. Hacía solo diez años de eso y bastante tarde según todos, aunque ella nunca tuvo prisa por casarse. No quería recordar la fecha ni pensaba en ello, para qué recordar. Lo único bueno que tenía era a su hija, y por eso tenía que seguir adelante con todas su fuerzas. Por lo menos, eso se repetía incesantemente todos los días. Mientras se entretenga conmigo, no tocará de nuevo a la niña.

Empujó con la pierna el cuerpo de aquel hombre que estaba medio encogido, y al moverlo, soltó un gemido. – ¡Está vivo! – Dijo en voz baja. – Se agachó y le limpió la cara con la mano, que se le llenó de barro y sangre. Miró su brazo, vio que tenía un pequeño torniquete por la parte superior y que un trozo de astilla sobresalía. No lo había traspasado. Al tocarle el brazo, el hombre abrió los ojos y la miró. – Help, help. – Pudo decir con una voz casi sin fuerza. Ella cayó de espaldas sobre el barro como si una fuerza invisible la hubiera empujado. Cogió el cuchillo que había dejado en el suelo, y se acercó para clavarlo en el cuerpo del soldado. De repente, paró en seco y el cuchillo quedó en el aire. – No es español, ni francés. ¡Es un inglés! ¡Un soldado inglés! ¿Qué hace aquí?, ¿Cómo ha podido aparecer de la nada?, ¡Dios, Alonso! ¡Lo matará! – Su cabeza era un hervidero. – Ayuda, ayuda. – Le retumbaba en la cabeza.

– ¿Puedes ponerte en pie? Te ayudaré. – Le dijo ella en perfecto inglés. Su madre era inglesa de nacimiento y su padre era español, por lo que la madre le había enseñado el idioma desde pequeña y la gran mayoría de las veces hablaban en inglés entre ellas. Al padre no le había importado nunca y también había aprendido algo. Su madre siempre le dijo, – “Nunca está de más aprender un idioma nuevo”. – Y ella le dedicó tiempo a ello. Pero hacía mucho que no lo hablaba, y mucho menos, sabiendo las consecuencias que podría tener si intentaba enseñar a su hija en casa.

Con gran esfuerzo, el artillero se incorporó y ella le ayudó metiendo su cabeza bajo el brazo derecho que, por lo menos, lo tenía intacto. Así, como pudieron, fueron medio arrastras, medio andando, hasta que llegaron al granero. Abrió la puerta y entraron. Estaba casi en total oscuridad, por lo que le ayudó a sentarse sin pasar mucho más adentro, justo lo que podía ver con la puerta abierta y apoyado contra unas maderas.

– No hagas ruido, enseguida vengo. No te muevas de aquí. – Aunque sabía que en las condiciones que estaba, no se movería.

Cerró la puerta del granero y se encaminó a la casa. Rocío, que no hizo caso a su madre y no se quedó en la cocina, lo había visto todo por su ventana. Esta vez, su mirada había estado atenta a todo lo que pasaba. Cerró la puerta y bajó de nuevo a la cocina sin hacer ruido. Allí esperó a la madre.

(Continuará...)


Puedes leer El artillero de Trafalgar (parte 1) pinchando en el enlace al Producer de beBee.

"
Comentarios

Julio Angel 🐝Lopez Lopez

hace 6 años #1

Esperando la tercera parte Alberto \ud83d\udc1d de la Torre ;-))

Artículos de Alberto 🐝 de la Torre

Ver blog
hace 3 años · 1 min. de lectura

Hoy os presento esta ensalada de lo más veraniega, que es cuando se apetecen mucho más los platos li ...

hace 6 años · 4 min. de lectura

Escribo este artículo aún con el estómago lleno y haciendo la digestión del pavo, los langostinos y ...

hace 5 años · 1 min. de lectura

¿Conoces el código del huevo? Uno de los productos más consumidos en el mundo por el ser humano es e ...

Profesionales relacionados

Puede que te interesen estos puestos de trabajo


  • Cronoshare Alicante/Alacant (Alacant/Alicante), España

    San antón, calle trafalgar¿En qué tipo de inmueble se necesita el revestimiento de fachada? · Vivienda unifamiliar · ¿Cuánto mide la fachada? · 45 · ¿Cuántas plantas tiene el inmueble? · 3 plantas · ¿La fachada del edificio tiene fácil acceso? · Sí · ¿Cuál es el estado actual de ...


  • Matsamining Huelva, España

    Hoy tenemos una nueva oportunidad para ti. ¿Te apuntas? · Estamos reclutando un/a Artillero/a con experiencia para la realización de las tareas de manejo y utilización del explosivo desde el punto de vista de la seguridad, la operación y el marco legal aplicable. Todo ello según ...


  • Cronoshare Playa de Los Cristianos (Santa Cruz de Tenerife), España

    Necesito un servicio de Vidente con las siguientes características:¿Tienes experiencia previa con los trabajos de videncia? · Sí, tengo experiencia previa · ¿Cuántas personas necesitan el servicio? · 2 personas · ¿Qué duración de la sesión le gustaría? · 60 minutos · ¿Con qué fre ...