¿Dónde reside la mente?...

Hola abejas, ayer por la tarde por fin pude ver la película “Blade Runner 2049”, y justo por la mañana había estado leyendo mi eterno libro que nunca acabo de leer “La singularidad está cerca” de Ray Kurzweil. Esta es sin duda una mezcla explosiva para una mente hiperactiva como la mía, pero si a todo esto añadís, el que un día antes leyera algo sobre el “¿dónde reside la mente?”, y una teoría que habla de la “deslocalización mental” (por decirlo de alguna forma), y que ya estamos empezando a ver.

Nos encaminamos a un mundo y una sociedad en donde a nivel de software, hardware, sistemas, y procesamiento de datos, los dispositivos físicos “locales” (ordenadores, teléfonos móviles, relojes inteligentes, etc.) no serán más que meros interfaces (dispositivos de conexión), que interactuarán con nosotros y con otros dispositivos, de tal forma que un futuro muy próximo, serán meros emisores y receptores de ondas, y con una capacidad muy limitada de procesamiento de datos, ya que también todo esto se “hará en la nube”, y de forma externa al ordenador o dispositivo móvil, con tecnologías que ya existen hoy en día como son el “cloud computing”, y la todavía en pañales “inteligencia artificial”.

Ya no necesitaremos grandes máquinas “locales”, los ordenadores serán muy limitados, ya que todo se ejecutará de manera externa, por lo que no será necesario, tener una gran memoria RAM, ni un gran procesador, ni nada prácticamente, por lo que tampoco consumirá grandes cantidades de energía, y así llegaremos a lo que ayer pude ver en “Blade Runner 2049”.

Las redes 5G tendrán una capacidad mil veces superior a las redes móviles actuales. El 5G nos conducirá a vivir en una sociedad completamente conectada.

Las redes 5G serán los sistemas de interrelación del futuro y permitirán una sociedad en conexión continua. Estos sistemas de cobertura y capacidad casi infinitas (comparándolas con los sistemas actuales) convertirán el tiempo y la distancia en algo puramente circunstancial y prácticamente irrelevante. Viviremos en una sociedad completamente conectada, no sólo entre personas sino también con los objetos que las rodean y los propios objetos entre sí.

Los soportes materiales (el hardware) para esta tecnología van desde las gafas de Google (Google Glasses), hasta chips que se podrían implantar en la persona, o cascos cuya interfaz interactuará directamente con el cerebro.

El sistema de comunicación será similar a los “traductores de sentidos” para discapacitados que, mediante sondas, transforman por ejemplo una imagen en impulsos eléctricos para que pueda ser captada por invidentes.

Los usuarios podrán así superar a los sistemas de realidad aumentada de hoy en día, e ir un paso más allá, ya que no será necesario sacar la agenda del móvil, la agenda estará en nosotros, y podríamos hacer una llamada con sólo querer hacerlo, por ejemplo.

Muchos os preguntaréis a dónde nos llevará esto, y la verdad que no lo sé, las posibilidades son infinitas, pero para mí la “pregunta del millón” es: ¿cuál puede ser el punto de partida de todo esto?...

Nuevamente debo deciros que tampoco lo sé, pero hay algo inquietante que me ronda la cabeza, desde hace tiempo, y que como he dicho al comienzo de este artículo, se trata de la “deslocalización de la mente”.

La realidad es que, al día de hoy, desconocemos muchísimos de los procesos que realiza nuestro cerebro, y más aún nuestra mente, la mente en sí misma bien podría ser el resultado de todos los procesos que realiza nuestro cerebro, por eso es “única, personal e intransferible” …

A no ser que…

El cerebro no sea más que una “interfaz” que esté en conexión, digamos “cúantica”, con algo externo (podría ser el Universo), y sea allí donde esté todo el conocimiento, y la información de que disponemos, por decirlo de alguna forma, el Universo (o lo que sea) bien podría ser “nuestra nube”, y nuestro cerebro sería nuestro ordenador, y dispositivo de conexión, y para daros un dato real, la realidad es que a día de hoy (que yo sepa), no sabemos realmente dónde los seres humanos almacenamos los recuerdos, y puede ser que no sea el cerebro, ya que hay casos de trasplantados de corazón y otros órganos, que junto con el nuevo órgano, también adquirieron recuerdos y vivencias personales de la vida del donante de dicho órgano.

Ahora es vuestro turno abejas… No tiene por qué ser como yo he pensado, de forma espontánea e hiperactiva, pero cosas más raras se han visto.

Un abrazo para todos, y mil gracias por leerme, y apoyarme, nadie tiene unos seguidores mejores.