Menos mal que tuvimos a Carlos,... el del tercero

¡Esta es una aproximación de cómo le veríamos en estos tiempos de pandemia!

Pero, pongámonos serios, relativamente, y continuemos.

Carlos III llegó a ser rey de España de carambola y porque su madre italiana, ya se sabe cómo son  las madres italianas,  Isabel de Farnesio, se empeñó en que llegara a lo más alto. El padre del susodicho fue Felipe V. En la línea de sucesión se encontraban otros dos varones, Luis I, primero que murió y Fernando que reinó con el número VI a la espalda. 

Fue su hermanastro Fernando VI quien fundó en 1755 el Real Jardín Botánico de Madrid, pero, en otro emplazamiento, a orillas del río Manzanares. Años más tarde, ya como rey, manda trasladar, en 1781 el Botánico a su actual emplazamiento. Tiene una extensión de 8 hectáreas, en las cuales conviven más de 5.000 especies. Carlos III mandó expediciones por todo el mundo y se solicitó a los gobernadores y virreyes de América y Filipinas que enviasen a Madrid semillas y plantas vivas para el Jardín Botánico.   En 1942 fue declarado Jardín Histórico y está inscrito en el Catálogo de Bienes de Interés Cultural del Patrimonio Cultural Español. 

Cuenta con más de un millón de especímentes, siendo el mayor herbario de España. Además, también cuenta con importantes colecciones de flora tropical recogidas en las expediciones españolas del siglo XVIII como comenté anteriormente. También alberga una colección de gran valor en cuanto a incunables, impresos, manuscritos y dibujos, que abarca desde los siglos XVII y XVIII hasta la actualidad. Más de 6000 láminas de la flora de Nueva Granada dibujadas por indígenas y expedicionarios de Celestino Mutis.

Conserva semillas de origen silvestre para un, posible, futuro uso en tareas de reintroducción de especies, intercambio y supervivencia de la diversidad genética. 

La colección de Bonsáis es digna de verse. Pertenecieron a la colección particular del expresidente Felipe González. Os acompaño a continuación algunas de las fotos de aquellos ejemplares que más me han llamado la atención. 

Una zona muy curiosa, llamativa y que concentra gran parte de los visitantes es la reservada a huerto, frutales y plantas silvestres. Me llamó mucho la atención la planta del Ricino. La foto corresponde al ramillete de flores rojas. De ahí se obtiene el famoso aceite de ricino. 

Hay otros emplazamientos menos conocidos del Botánico, los invernaderos. Podréis disfrutar de dos, el invernadero de Graells, que data de 1856 y con unas soluciones para caldearlo de lo mas curiosas. Si os fijáis en la foto superior, podéis apreciar un enlosado de hierro forjado que cubre una canalización, La Gloria, en cuyo interior se introducía estiércol que generaba calor al descomponerse.

Como podéis apreciar, los parajes amazónicos están estupendamente conseguidos, y los parterres, muy coloridos, incluso la huerta.

 

En esta época navideña, El Botánico tiene una propuesta muy atractiva, tanto para niños como para adultos. En este mes de diciembre todos somos un poco niños y la visita a este lugar, pequeño pero tan atractivo, pone la guinda acompañado de luces y formas que nos trasladan, aún más, a la niñez. Os acompaño el enlace que os aportará más información.

 La Navidad en el Botánico.

Disfrutad de este sitio tan peculiar en estos días  y, de Madrid, que estos días la están poniendo verde. ¡Cuidaos mucho, no olvidéis la mascarilla y, lavaos las manos.