EL PERSONALISMO DE MOUNIER

La corta vida del filósofo Emmanuel Mounier que vivió desde 1905 hasta 1950 ha sido muy productiva, ya que sus libros son fundamentales para la formación de la corriente de pensamiento denominada personalismo. De hecho, Mounier creó el personalismo. Fue editor de la revista Esprit. Entre sus obras se pueden citar: Introducción a los existencialismos, Tratado del carácter, El personalismo, etc.

Considera que el surgimiento del existencialismo responde a un deseo por parte de los pensadores existencialistas de reaccionar contra los excesos de la filosofía idealista y también de la materialista. Evidentemente, Mounier no está de acuerdo con los presupuestos filosóficos del racionalismo, y tampoco acepta el positivismo, al menos, no de una forma absoluta. Es necesario tener presente que el pensamiento de Mounier parte del cristianismo, y de un enfoque solidario y humanitarista. Aunque se parece, en ciertos aspectos, al existencialismo, porque los seres humanos se pueden plantear las grandes preguntas metafísicas sobre la existencia, desde diferentes perspectivas críticas y ontológicas.

Aunque también es cierto, como afirma Copleston comentando la filosofía de Mounier, que este pensador nacido en Grenoble ve en el existencialismo «una tendencia dual al solipsismo y al pesimismo, que lo separa radicalmente del personalismo según nosotros lo entendemos». Mounier considera, de modo acertado, a mi juicio, que la vida no puede ser sometida a sistema, y, por tanto, también es entendible que el personalismo no sea objeto de sistematización, puesto que debe pensarse en la impredictibilidad de la propia existencia humana.

Y es que la libertad creativa de las personas es esencial, y no está sujeta a principios explicativos absolutos, ya que existen numerosas circunstancias, en la realidad vital de cada sujeto, que imposibilitan la explicación científica de todos los eventos que suceden, y de sus consecuencias objetivables en las reacciones de los individuos a los mismos.

Mounier considera que el hombre es «enteramente cuerpo y enteramente espíritu». En efecto, no se pueden disociar, artificialmente, la existencia subjetiva y la corporal. Sería un dualismo erróneo y contraproducente. Como escribe Mounier: «La relación de la persona con la naturaleza no es puramente extrínseca, sino que es dialéctica de intercambio y de ascensión». En su Manifiesto que apareció publicado en Esprit en octubre de 1936, Mounier proponía una definición que no es definitiva, pero que si refleja su pensamiento sobre lo que es, realmente, el personalismo. Reitera la importancia de los valores libremente adoptados, y la decisiva función de la libertad, y de los actos creadores de cada persona, para ser lo que quiera, buscando la plasmación en el mundo de su vocación propia.

En lo relativo a su filosofía política cabe decir que insiste en el valor de un socialismo personalizado de inspiración cristiana. En relación con este planteamiento escribe: «El Estado ha de ser para el hombre, no el hombre para el Estado». Mounier estima que el anarquismo aunque puede ser una tendencia ideal, no es aplicable a la realidad, ya que no tiene en consideración la extrema diversidad de intereses, y la multiplicidad de los conflictos humanos, y, por estas razones, lo considera irreal.

Por tanto, el personalismo afirma la necesidad de repensar nuestras estructuras sociales y políticas para mejorar la vida de las personas. La pasividad en la esfera sociopolítica no está justificada según Mounier, incluso desde una perspectiva cristiana, en la que él estuvo, activamente, inserto. Fue un filósofo que estuvo muy atento a la problemática social y política de su tiempo.