Dos investigadores afirman que el «gran bombardeo» de meteoritos jamás existió
Pudo ser todo una ilusión. Un error, un espejismo, una mala interpretación de los datos. Si Patrick Boehnke y Mark Harrison, de la Universidad de California, tienen razón, lo que hasta ahora se creía que fue el último gran bombardeo de cometas y asteroides, hace 3.900 millones de años, a la zona interior del Sistema Solar, pudo no haber existido jamás.
En un artículo recién publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences de los Estados Unidos, ambos investigadores, en efecto, sugieren que en realidad todo pudo limitarse a un número muy reducido de impactos. «Lo que ha llevado a la ilusión del Gran Bombardeo —explica Harrison— es una interpretación demasiado simplista de los datos disponibles».
El sistema solar en que vivimos se formó a partir de una gran nube de gas y polvo, restos de la formación del Sol. Por efecto de la gravedad esa nube de escombros empezó a condensarse en un gran número de objetos planetarios hace alrededor de 4.600 millones de años. En aquél momento,enormes protoplanetas y otros fragmentos dispersos de material chocaban constantemente entre sí, se fusionaban unos con otros o protagonizaban enormes colisiones, como la de un objeto del tamaño de Marte que chocó contra la Tierra y cuyos restos terminaron por formar la Luna.
Pero tras esta era violenta, que duró algunos cientos de millones de años, las cosas se estabilizaron y los impactos fueron haciéndose cada vez más raros. Sin embargo, tras las misiones Apolo a la Luna, comenzó a extenderse la idea de que, hace unos 3.900 millones de años, una segunda andanada de asteroides y cometas invadió, literalmente, la zona interna del Sistema Solar. Es lo que se conoce como «El último gran bombardeo» o «Bombardeo intenso tardío». Muchos científicos creen, además, que fue precisamente ese evento el que trajo hasta la Tierra sus reservas de agua e, incluso, las primeras moléculas prebióticas.
Una de las mayores evidencias que sostienen la teoría del Bombardeo intenso tardío procede de las rocas que los astronautas de las misiones Apolo trajeron de la Luna, cuyas edades coinciden precisamente en los 3.900 millones de años de antigüedad y sugieren que, en aquél momento,nuestro satélite debió recibir un gran número de violentos impactos en un periodo relativamente corto de tiempo. «El problema —sugiere por su parte Patrick Boehnke— es que esas rocas lunares pudieron recibir impactos no una, sino muchas veces».
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