A "SUPER" TRUPER – MI PERRO - MI AMIGO MÁS FIEL

(RELATO LARGO). A tí Truper quien fuiste uno de mis mejores amigos y el amigo más fiel que tuve dedico estas líneas como un muy sentido homenaje en tu honor con quien me unió una Gran y Fuerte Amistad. Recuerdo el día que te trajeron. Llamaron al timbre y te encontraron en un cesto con una cartel puesto que decía. “Mis padres me han abandonado la Caridad me recoge”. Desde ese momento empezó nuestra larga pero corta amistad, de tan sólo 14 años. Recuerdo el mal genio que te gastabas, las liabas gordas, te enfrentabas a quien hiciera falta, yo más de un mordisco me llevé de ti. Y cuando ibas a que te pusieran las inyecciones que te tocaban, montabas unos circos de tres pistas que no veas. ¡Que te muerde Ramón, que te muerde! Decía el veterinario a su ayudante. Había que aprisionarte entre dos puertas para podértelas poner. Tenías mucho carácter. Recuerdo que cuando hacías alguna de las tuyas cuando eras cachorro, ya sabías lo que tocaba y para evitar la zapatilla de goma, salías corriendo y te metías debajo de un mueble. Sin embargo al volver de unas vacaciones en el pueblo quisiste volver a meterte debajo del mueble y como habías crecido, te calleron todas.

También y siendo cachorro para que tuvieras tu sitio donde dormir por las noches se te puso una manta en un sillón y tu cogiste la manta y con ella te metiste debajo de la cama y una vez allí no había quien te sacaba. Al día siguiente se te ponía la manta y lo mismo la cogías y te metías con ella debajo de la cama. Así que estaba claro, en donde querías dormir, por ello cuando se te decía ¡A la manta! Ya sabías que era la hora de ir a dormir y hay que ver los ronquidos que pegabas y como ladrabas en sueños y movías las patas. A saber que estarías soñando.

Y en el pueblo hacías lo mismo a la hora de ir a dormir y lo mismo hacías para salir a la calle. Porque aún habiéndote criado en la Ciudad y habiendo jardín en el pueblo, había también allí que sacarte a la calle. La calle para ti era la calle y estar en el jardín era para ti como estar en el salón. ¿Y con la piscina, “Tu amiga” que te ponía atacado y de los nervios? Veías gente bañarse y no parabas de dar vueltas a toda velocidad, ladrando y queriendo morder a quienes allí se bañaban. Así que no quedaba otra que atarte a una cadena en la parte de atrás de la casa. Estando allí, vaya alaridos y ladridos que dabas, menos mal que había pocos vecinos. Pero una vez y nunca se sabrá como te quitabas la cadena, venías corriendo a toda velocidad a la piscina y a veces a tanta, que más de una vez acabaste en el agua. Curiosamente nadie te había enseñado a nadar, pero nadabas, pero lo suficiente, para que te tuviéramos que sacar y una vez sacado volvías a correr y a ladrar alrededor de la piscina y a veces volver a caer al agua de nuevo, así que otra vez había que atarte a la cadena y vuelta a empezar con los ladridos y alaridos. Nunca supimos el porque hacías esto.

Hasta 4 veces al día se te sacaba. ¡Venga, vamos a la calle! O sin decirte nada, tan solo con la mirada o tocando la correa ya te ponías de los nervios y a dar saltos, había veces que habías venido de la calle y había que sacarte otra vez para que te quedaras a gusto y ya cuando te decíamos la palabra mágica “Salchicha” ya sabías que era la hora de comer esa carne para perros que viene en esos envases que parecen salchichas gigantes. Y cuando estábamos comiendo naranja de postre, todavía babeabas más. Si te hubieran puesto delante un montón de naranjas te las hubieras comido todas, daba igual el cólico que te diera después. Si caía, caía, eso si tu pedir, no dejabas de pedir, para comer eras un saco sin fondo. Otra anécdota muy divertida es la de que cuando te ponías tumbado en el suelo, en mitad de todo el pasillo y el abuelo tenía que pasar, este te daba ligeramente un golpe con el pié y te decía "¡Vamos, oscila!" y tu oscilabas a una velocidad tremenda, ya sabias que si al abuelo no le hacías caso la que te podía caer.

¿Recuerdas los Sábados por la mañanas, que nos podíamos hacer kilómetros recorriendo las calles de Madrid al más puro estilo “Platero y yo”, aunque más bien eramos "Soldado y Yo" como esa maravillosa serie inglesa de los 70, sobre las aventuras, intrigas de dos jóvenes y aguerridos aventureros, porque tu nombre que también es Trooper, significa soldado. Esos Sábados para ti eran de Fiesta Mayor y me supongo que estabas esperando durante toda la semana de que llegara el Sábado, porque la forma en que te movías para decirme que nos fuéramos era distinta a la de todos los días.  Y que contento te ponías de ir a conocer Mundo. Luego nos cambiamos de casa, como te lo pasabas cuando con mi vecino italiano, sacaba su perro a pasear por la noche e íbamos con él. Anda que no andábamos que había veces que tardábamos más de una hora en volver. Después y definitivamente nos fuimos a vivir gal pueblo, en cuanto veías la puerta de la calle abierta, salías a tal velocidad que ni se te veía y a veces tardabas en volver hasta 3 días. Una de esas viniste negro como un tizón, negro que venías, no se podía saber que eras, tu. Parecías otro perro. Por casualidad se descubrió y cogiendo la manguera se te lavó. ¿Donde te habrías metido?

Y cuando había que aplicarte un spray porque así lo había dicho el veterinario. Spray que debía de picarte, pero bien, había que encerrarse contigo en el salón para eso y hay que ver como sacabas los dientes y mordías. Como te escondías debajo de la mesa y por entre las sillas, pero al final te acaba cazando y aplicándote el spray. Y así un montón de días, hasta que ya quedaste curado.

La verdad es que llegamos a ser muy buenos amigos, que nos comprendíamos muy bien, por eso sufrí tanto el día en que por la calle te me escapaste dándome un tirón y te encontré comiendo algo que me fue imposible sacártelo de la boca y te pusiste malo, malísimo. Tu me mirabas con cara de me estoy muriendo, haz algo. Y yo por más que hacía pedía y rogaba, llevarlo al veterinario se está muriendo. ¡Bah! Que se va a estar muriendo, peor ha estado y no le ha pasado, nada y tu con la mirada, me decías cuanto sufrías, cuanto te pasaba y así durante tres largos días. Quise darte una aspirina, para ver si te curabas ¡Ya ves! Una aspirina a un perro. Al final y después de esos tres días, me hicieron un medio caso te llevaron al veterinario, pero fue como dicen los “finos” para “dormirte”. Yo no quise ir, no quería, ni había sido cómplice de esa conspiración. Cuando te trajeron ya “dormido” no quise ni verte, me era imposible, no podía. Nunca lo entendí y lo único que se me ocurre es que estaba ya hartos de ti y fue la ocasión perfecta para quitarte de encima y yo sigo pensando que nada más ponerte malo, hubieras vivido unos años más y hubieras muerto de viejo y no por veneno.

Así que mis recuerdos, son riendo, saltando, contento ladrando, mordiéndome a ver a quien puede más de los dos. A pasear juntos, cogidos de la correa.

Te pongo aquí un enlace a la canción “Super Trouper” de ABBA, porque para mi eras y serás mi  "Super Truper".

https://www.bebee.com/producer/@ignacio-orna-0pCQf/super-trouper-abba

Tema relacionado. MALTRATO ANIMAL - CHANGE.ORG
https://www.bebee.com/producer/@ignacio-orna-0pCQf/maltrato-animal-change-org

Ps. Siento no poder poner otra foto mejor, pero ya sabes que pasó con ellas.