Twitter y Elon Musk: cuando la cultura es un huevo y el alma una castaña

En 2011 visité por primera vez Twitter en unas pequeñas oficinas del centro de San Francisco. En cierta forma todavía era una startup con movidas entre founders (a Noah Glass se lo habían cargado a las primeras de cambio, Evan Willians había sustituido a Jack Dorsey como CEO y la semana anterior a mi visita Biz Stone abandonada la compañía) y aún no habían llegado a los 100 millones de usuarios. Eran una pequeña “república”. Les he visto crecer, recuperar a Dorsey como CEO, pivotar, inaugurar una nueva sede, ampliarla, cambiar de líderes, suprimir las cenas gratis, atravesar una pandemia….pero siempre manteniendo la esencia de aquella cultura.

Empleados plenamente satisfechos, grandes incentivos, gran compañerismo, sentirte rodeado de gente con talento, un ambiente que favorece la productividad y el trabajo en equipo, sentir que formas parte de la compañía y sus objetivos…. Una cultura a través de la cual sus trabajadores se identifican con la filosofía de la red, sus valores y comportamientos corporativos. No en vano en aquella época (2011-2013), cuando preguntabas en Silicon Valley por la empresa con la cultura corporativa más atractiva, había una que sobresalía por encima de Google, Facebook, Apple, Netflix….y era Twitter.

¿Qué va a suceder ahora que Elon Musk ha desembarcado lavabo en mano, como un elefante en una cacharrería? Muchos temen que cambie la interfaz de usuario, los 140 caracteres, los hilos, el check azul, el estornino…pero en ningún caso cambiarás tanto…como la cultura. 

Hablamos mucho de cultura corporativa (una parte importante de mi trabajo se centra ayudar a las empresas a desarrollar una cultura que les permita adaptarse al cambio) pero a mi también me encanta hablar de “alma”. En algunos casos, el alma de un founder (sus comportamientos, valores…) o líder son tan fuertes que marcan la cultura corporativa (Ikea es el reflejo del alma de Ingvar kamprad, John Mackey y Whole Foods, Michael y su Dell Computers, Sam Walton y Walmart, Elon Musk y Space-X…).

Cuándo se produce un cambio de líder y el alma de éste está alineada con la cultura corporativa, miel sobre hojuelas. Si el líder no tiene un alma muy marcada (es flexible en cuanto a valores y comportamientos) y la cultura corporativa si lo es (y es positiva), éste se adapta y la cultura no muta. Pero si el alma del nuevo líder es muy diferente a la cultura corporativa…. Y en este caso, la cultura de Twitter y el alma de Musk se parecen menos incluso que un huevo a una castaña. 

¿Qué sucederá entonces en Twitter cuando choquen un alma introvertida y una cultura republicana?

Una parte importante de los trabajadores de Twitter (los más identificados con la cultura) se marcharán (de hecho muchos ya lo están haciendo). A Musk no le viene mal del todo, porque su intención es aligerar la plantilla. Le molesta perder talento (al fin y al cabo lo que ha comprado no son meras líneas de código) pero tampoco quiere lidiar con resistencia interna (por eso está sobreactuando, lavabo en mano, para conseguir que marchen de forma voluntaria).

Aquellos que se sientan menos identificados con la cultura, se quedarán (al menos de momento). Otros a quienes no les resulte tan sencillo el cambio (quizás porque no sean talento clave) tardarán más en encontrar una oferta tan atractiva, tendrán un pie fuera y otro dentro.

¿Se quedará Twitter sin talento? En absoluto. Porque otros muchos están ya enviando su CV a Twitter ya que anhelan trabajar con Musk; su perfil (ingenieros de software, por ejemplo) quizás no se adaptaba a Tesla o Space-X, pero soñaban con trabajar algún día para el fundador de PayPal, que sigue teniendo muchos apóstoles en Silicon Valley y esta es su gran oportunidad.

En este caso, en la batalla “cultura-alma” el vencedor será el alma. El cambio de cultura ya ha comenzado. Y la cultura se desayuna, almuerza, merienda y cena a todo lo demás: estrategia, modelo de negocio, procesos….No tengo ni idea de lo que implicará a nivel de resultados, pero no tiene que ser visto como un desastre apocalíptico para la red del pajarito. Es más, dejo un par de preguntas en el aire:

¿No le puede venir bien a otra red social cuya sede se encuentra unas pocas millas al sur de la de Twitter que venga otro “alma” y cambie la cultura y ésta sacuda los cimientos de la estrategia y el modelo de negocio?

¿Y si Musk hubiera comprado esa otra red social?