Sobre ropa e imagen

Why do workplace dress codes persist

A raíz de este artículo que he leído en BBC, he recordado que todos los veranos tengo la misma conversación con alguno de mis compañeros, jefes o vecinos, todos hombres, sobre lo agobiante que puede resultar tener que llevar traje en verano en Madrid.

Pero además recuerdo haber leído algunos dress codes que me han dejado “ojiplática”, algunos porque se notaba que se habían redactado copiando y cortando de distintos textos, otros por su combinación de chispeantes ideas y grandes carencias.

Desde mi punto de vista no siempre el hábito hace al monje, y el traje no hace al profesional. Me encantaría que en mi trabajo fuese lo que hago quien hablase por mí y no mi armario.

Y además hay muchas cosas que tener en cuenta a la hora de redactar un buen dress code.

Imagen de empresa

Por supuesto, la consideración de imagen de empresa debe subyacer en él, para eso está, sin embargo todo es matizable, por ejemplo en función del lugar de trabajo de cada persona y sus tareas, o de la relación que tendrá con los clientes.

En un extremo tenemos el uniforme. A bote pronto puede parecer lo más opresor, pero el lado positivo es que eso es lo que tienes que ponerte y no pienses en el armario por la mañana, el desgaste del uso principal recaerá en él no en tu ropa, probablemente la empresa corra con el gasto y está específicamente diseñado para el trabajo.

Yo empecé trabajando de promotora de ventas, con frecuencia me daban uniforme para la semana, algunos estaban fenomenal, un polo con su gorra para que te pongas con los pantalones con los que pases menos frío junto a la nevera. Pero también me puse vestidos de señora con los forros requeté parcheados, chaquetas americanas que no eran mi talla... Recuerdo una compañera que tuve me contó que en un empleo anterior debía llevar uniforme en la recepción de la oficina; como mi amiga es una mujer con curvas de las que presumir, no pudieron aprovechar el uniforme de la chica anterior, y en vez de encargarle cualquier cosa una jefa fue con ella a su tienda de tallas preferida a comprarle algo acorde con los uniformes y que le sentase bien (ya sabemos que los uniformes a veces quedan “de aquella manera”). También recuerdo la historia de una chica que había trabajado en administración en un despacho de abogados, en un barrio de los caros de Madrid; les interesaba mucho la imagen de todos sus empleados, los requisitos eran minuciosos y ella pudo disponer de un dinero extra por parte de la empresa para la compra de trajes, camisas, calzado... acorde con la imagen que le estaban pidiendo.

Quien se lleva la palma en todas las discusiones es el traje. Cuando tú recibes a un comercial en verano te angustia verle cociéndose en su propio jugo, eso probablemente condiciona la exposición que haga del producto, por muy bien que la sepa, y la recepción que tú hagas. Cuando recibes a una comercial (traje de falda y tacones) en invierno, te estrecha la mano con los dedos como carámbanos porque la falda no abriga. Cuando tú envías un software developer a trabajar en la oficina del cliente, por mucho que quieras impresionar enviándolo de traje, si es un sitio con una política de imagen relajada, le incomodará no poderse acoplar a su nuevo entorno.

Básicos

Algo que pasan por alto muchos dress codes es lo básico, como la higiene y el decoro. Es de vergüenza tenerlo que recordar, pero lo mínimo que puedes pedirle a un compañero es que cuide su higiene. Tuve una compañera en la universidad que no se lavaba los dientes, “si acaso una vez al día”, porque de pequeña le habían dicho que se le desgastarían. Tuve una compañera en un curso para desempleados que una semana al mes venía con la cabeza untada de grasa de vaca porque eso era “lo mejor para hidratar el cabello”. Durante una temporada en uno de mis empleos, el mensajero de zona no lavaba nunca el uniforme, íbamos viendo cómo las manchas le desaparecían por fusión y por supuesto nos despedíamos de él con el ambientador en la mano.

El decoro, en cambio, tiene aspectos variados, desde lo que se entiende por aceptable o correcto hasta lo que te hace parecer uno más. Podemos partir de la discreción y la sensatez. Aunque todos hemos tenido alguna compañera que se veía bellamente arreglada mientras los demás la veíamos “apretá y de corto”. Tuve un compañero tan mimetizado con su familia que traía los trajes de cuando su padre tenía aquella talla, con sus solapas anchas y el cuello de la camisa almidonadito; él también llamaba la atención. Hoy he leído un titular sobre una parlamentaria en Australia que hace unos días fue al trabajo con burka (aunque las cuestiones religiosas son siempre difíciles de manejar).

Seguridad

Otra cosa que olvidan los dress codes es la seguridad. Hay empresas que tienen almacén o puntos de obra y dejan esa parte para los dosieres de seguridad laboral olvidando así la seguridad en el resto de entornos. Por muy liberal que sea la política de imagen de una empresa, nadie debería trabajar en chanclas o zuecos que no agarren bien el pie, supondrían un problema en caso de emergencia y evacuación; lo mismo pasa con los tacones altos.

También son piezas dadas a enganchones las mangas acampanadas, y los vestidos y faldas largas hasta los tobillos o el suelo suelen engancharse en las ruedas de las sillas de oficina y barrer los escalones al bajar, por lo que en una evacuación podrían suponer un tropiezo colectivo.

Sí, claro, cómo no

Y lo último de lo que puedo acusarles de olvidar es equiparar hombre y mujeres. Personalmente la chaqueta americana me resulta incómoda, sobre todo desde que hace unos años los fabricantes chinos empezaron a bajar las sisas (eso quita movilidad al brazo y hace que el hombro no vuelva siempre a su sitio), así que no me gustaría que por sorpresa todos tengamos que llevar traje. Pero sí veo que sería práctico relajar un poco la sección de hombres, es muy limitada y da pie a cosas raras, como que los viernes venga alguien con los vaqueros planchados con raya (no, hombre, no). Yo no creo que ninguno de ellos parezca menos profesional por venir en verano con un polo y unos pantalones claros, no creo que los náuticos sean un calzado aberrante, y no creo que les vaya mal usar una cartera, bolso, maletín en vez de ir con los bolsillos a reventar. Me dan mucha pena los hombres trajeados en verano. Por supuesto para el inverno hay chaquetas de punto y jerseys discretos que permiten trabajar con comidad sin parecer un descuidado de la propia imagen.

Para terminar, os dejo unos puntos de debate, por si le contáis a alguien que habéis leído todo esto.

Recuerdo un dress code que decía algo así como que si algo te lo puedes poner para otra ocasión no es adecuado para trabajar. Eso me hizo pensar en las prendas de fondo de armario, como los pantalones negros de vestir y las camisetas básicas que suelo combinar con la americana; pensé en la de veces que vengo en vaqueros; pensé si no puedo ir al supermercado después del trabajo sin pasar por casa a cambiarme primero.

Por otro lado, la moda de mujer está ya muy pasada de rosca o yo me estoy haciendo mayor (que seguro). Llevamos años que no está de moda cepillarse el pelo pero sí hacerse un moño bien alto con las greñas,

el invierno pasado se llevaban los vestidos modelo “batisaco”, en primavera a nadie le quedaban bien las americanas sin mangas pero todas se las ponían, las sandalias con súper plataforma han vuelto este verano, sí, ésas, las doradas, ¡con la de ampollas que hicieron el año pasado!… Y todas estas maravillas, están dentro del dress code.
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