Redes sociales: ¿un mundo ideal? (reflexión)

Un día cualquiera, 22:00 horas. Entras en Facebook y ves que todo es genial, estupendo, maravilloso. Todos tus contactos parecen haber disfrutado del pasado fin de semana, unos en la playa, otros en la montaña, todos ellos con una gran sonrisa que da a entender que precisamente no es que estén sufriendo. Poco después accedes a Instagram: más de lo mismo, fotos increíbles de parajes preciosos acompañados de hashtags como #FindeGenial, #WeekendTime o #Desconexion_modo_ON. Y a ti te da el bajón mientras vas ojeando el móvil, con un poco de envidia de la sana y frustrado por pensar que tu vida no es tan maravillosamente perfecta como la que aparenta ser la de tus contactos.

Probablemente nada más lejos de la realidad. Seguramente ni tu vida sea tan aburrida ni la de tus contactos tan apasionante, simplemente la gente tiende a subir solo los momentos o instantes alegres, algo lógico porque a pocos nos gusta ver que alguien sufre o lo está pasando mal, y quizás porque cuando estás apenado lo último que te apetece es comentarlo con los demás, a pesar de ser la mejor de las soluciones. Las redes sociales en ocasiones dan una falsa sensación de cercanía y de estar conectado con tu mundo, pero no deja de ser una cercanía "distante", virtual.

Bauman: "las redes sociales son una trampa."

Zygmunt Bauman: "el diálogo real no es hablar con gente que piensa lo mismo que tú. Las redes sociales no enseñan a dialogar porque es tan fácil evitar la controversia… Mucha gente usa las redes sociales no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al contrario, para encerrarse en lo que llamo zonas de confort, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara. Las redes son muy útiles, dan servicios muy placenteros, pero son una trampa". Muchas personas buscan sentir que pertenecen a una comunidad, y en las redes sociales es muy sencillo seguir a un influencer de moda o ser miembro de un grupo con intereses comunes, pero lo que hay que tener presente es que en esos ámbitos todos opinan lo mismo, sin aportar puntos de vista diferentes. Y son precisamente los debates con personas que opinan de forma diferente a la tuya los que nos enriquecen como personas, nos hacen reflexionar y en ocasiones replantear nuestra percepción de la realidad.

"Somos personas solitarias permanentemente conectadas."
Zigmunt Bauman

Paradójicamente en nuestros días es más fácil que nunca conectar con los demás, sin importar las distancias, pero de forma "distante". Muchos de nosotros vivimos pegados al móvil, hasta el punto de ser nuestra principal fuente de información y nuestra vía para conectar con nuestro alrededor y con nuestros amigos. Parece que todo lo que no pase por ese filtro no existe, o al menos no le damos importancia y lo dejamos en un segundo plano. Acudimos a conciertos y eventos importantes, y en lugar de disfrutar de la experiencia, lo grabamos y lo compartimos en directo en Facebook o Instagram. ¿Realmente nos hemos preguntado por qué? ¿Para que lo vean nuestros amigos, para que les demos envidia y sientan los afortunados que somos por estar allí?

La "vieja" del visillo virtual

Son varios los perfiles de los usuarios de las redes sociales. Uno de ellos es el "cotilla", ese que tiene su perfil vacío y nunca sube nada, pero bien que está todo el día en Facebook indagando para saber todo sobre los demás. Dedicamos gran parte de nuestro tiempo a acceder a las redes sociales para informarnos sobre la vida de otras personas, en ocasiones hasta convertirnos en la "vieja" del visillo virtual, o el protagonista de La Venta indiscreta, pero desde el móvil en lugar de la cámara de fotos. El problema surge cuando el contacto con los demás se suple al 100% con las redes sociales, acabando por ser un cotilla que sabe de todo, pero "apolillado" en su casa.

¿Cuál es tu grado de adicción al móvil?

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