Privacidad y otros cuentos

Mucho se ha hablado de la importancia de la privacidad y la intimidad de los datos personales o con los cuales trabajamos pero lo cierto es que a cada paso que damos con esta delicada información, se nos plantean miles de fugas donde si no se cuentan con planes de actuación para cada uno de estos pasos es muy probables que la exposición de estos datos a ser vulnerados o depositdos en una empresa ajena a nuestras dependencias se antojen inevitables. 

Cuantos más juicios se abren a empresas pertenecedoras de nuestros datos, más documentación nos exponen al entrar en sus páginas web o al usar sus servicios. Es por tanto evidente que el tiempo anterior a todos estos casos ilícitos nos hemos visto expuestos a filtraciones de datos solo por el mero hecho de usar servicios que se nos planteaban seguros y de total confianza. 

Actualmente uno de los mayores valores que se prometen a la hora de vender cualquier servicio se basa en la privacidad y la protección total de los datos, no siendo tratados ni cedidos a terceras empresas que los utilicen con otros fines.

Hasta aquí somos presa de la tolerancia de los gobiernos a permitir este tratamiento a los datos pero, ¿somos conscientes de las vulnerabilidades que se cometen en el día a día en nuestra oficina o puesto de trabajo? Usuarios con contraseñas de seguridad dudosas y tiempos alejados de la pantalla del ordenador sin bloquear. Tecnologías no actualizadas con brechas accesibles para cualquier consultor de videos de YouTube y mínimos conocimientos técnicos.