Miopía amarilla

Acabo de regresar de China tras recorrer ciudades como Beijing, Tianjin y Shanghái con un grupo de profesionales de media docena de países que han participado en nuestro Seminario de aproximación al país. Una vez más (una constante que se repite cada Seminario) las personas participantes se sorprenden de la realidad que encuentran en China; rompen paradigmas y aumentan su convencimiento respecto al tremendo potencial del gigante asiático, que supera todas las expectativas. Y siguen afirmando que hay que verlo en primera persona para creerlo.

Todavía son muchas las personas que cuando les hablas de China piensan en miles de personas hacinadas en una fábrica manufacturando, a cambio de un puñado de yuanes, zapatos, juguetes, teléfonos, camisas… que llenan miles de contenedores con destino a los mercados occidentales. Nada más lejos de esa realidad. Seguir contemplando a China como “la fábrica del mundo” es un síntoma de lo que llamo miopía amarilla.

China no es sólo el líder mundial del comercio (en 2012 superó por primera vez a los Estados Unidos  con 3,87 billones de dólares frente a los 3,82 norteamericanos), ni la primera potencia económica mundial (en 2014 superó a USA en PIB por paridad de poder adquisitivo, PPA con el 16,5% del PIB mundial frente al 16,3% de Estados Unidos).  China es ya el segundo mercado de consumo más grande del mundo (en 2012 desplazó a Japón de esa posición) y crece más que ningún otro país. Antes de que finalice esta década superará a los Estados Unidos (según un informe de Standard & Poor´s) y se convertirá en el principal consumidor del planeta (aunque ya lo es en una decena de categorías de producto entre los que destacan los productos de lujo)

Las ciudades chinas crecen de manera espectacular mientras que las occidentales se encuentran estancadas. Para 2020 tendremos en China 400 ciudades con 250.000 habitantes de clase media (y 50 de estas ciudades superarán el millón de habitantes de clase media). Para entonces tendremos ya en China 800 ciudades cuya renta media de sus habitantes será superior a la renta media de los residentes en Shanghái en 2010.

Cada año aproximadamente 30 millones de chinos se incorporan a la clase media-alta.  En 2010 había en China 10 millones de personas de clase alta y en 2020 serán más de 70 millones. La clase media (que en la actualidad es de más de 300 millones) superará los 600 millones al finalizar esta década. El consumo privado crece a un ritmo del 9% anual, alimentado por el crecimiento de la renta disponible, tanto de las familias más ricas como también de las más pobres.

Esta clase media china ha descubierto el turismo y las grandes áreas comerciales de las principales ciudades del mundo (New York, Londres, París, Milán..) se inundan con turistas chinos que arrasan en las tiendas de lujo. Tiffany en New York ha reforzado su plantilla con vendedores especializados en clientes chinos. Los turistas chinos gastan en sus visitas por el mundo más de 100.000 millones de dólares (dejando atrás los 80.000 millones que gastan los alemanes o los estadounidenses cuando salen de sus respectivos países).

Más allá del mercado de consumo, crecen las empresas B2B en sectores tecnológicos y algunas empresas chinas se han posicionado como líderes mundiales en sectores como palas de turbinas eólicas, paneles solares, equipos de alta velocidad ferroviaria, calderas de vapor, grúas en terminales portuarias, equipo eléctrico de transmisión, robótica, nuevos materiales, etc.

Y las empresas chinas dedicadas a las TIC avanzan con paso firme en su objetivo de dominar el mundo, desde los ordenadores personales hasta los smartphones. Lenovo es el mayor fabricante mundial de PC´s y recientemente ha comprado la unidad de negocio de servidores de IBM (hace años comenzó su expansión internacional comprando la división de portátiles). Y compró a Google Motorola, el referente estadounidense en el mundo de la telefonía. Huawei es ya el segundo mayor proveedor de equipos de redes de telecomunicaciones del mundo. Xiaomi (la llamada “Apple China”) hace furor con sus teléfonos y tabletas, tanto en China como más allá. Otras marcas como Oppo se sitúan ya entre los principales fabricantes de smartphones del mundo. Haier se va a convertir en el principal fabricante mundial de electrodomésticos. DJI fabrica los drones con la mejor relación calidad precio del mercado. En la próxima década vamos a asistir a la irrupción de marcas chinas en nuestros mercados. Y lejos de los que muchos piensan, marcas que se asociaran con tecnología, calidad e innovación.

En mayo de 2017 hemos visto volar al primer avión de pasajeros de medio alcance fabricado en China: el C919. Este vuelo colma las ambiciones aeronáuticas de sus autoridades que aspiran desafiar en el futuro el duopolio de los gigantes de la industria, Boeing y Airbus. El aparato, un bimotor blanco, azul y verde, despegó desde una pista del aeropuerto de Shanghái y el evento fue seguido en directo por millones de chinos a través de televisión. Aunque no hemos de obviar que varios de los componentes principales de la nave son importados, como el tren de aterrizaje (alemán), los motores (franco-estadounidenses) o parte del interior (austriaco). El año pasado, Boeing predijo que las aerolíneas chinas necesitarán unos 6.800 nuevos aviones, valorados en un billón de dólares, durante las siguientes dos décadas, un multimillonario negocio del que las grandes del sector esperan sacar tajada y del que las empresas chinas quieren su parte del pastel. 

No hay país en el mundo en el cual el desarrollo del mobile sea tan espectacular como en China. Las aplicaciones más increíbles no vienen de Silicon Valley, sino del gigante amarillo. En ningún otro país se tiene tanta experiencia, conocimiento y herramientas para desarrollas apps como en China. Todos los que usamos el Wechat de Tencent alucinamos con sus prestaciones. Todavía alguno lo define como “el whatsapp chino”, cuando poco tiene que ver con la rudimentaria herramienta de comunicación de Facebook. A través del Wechat los vendedores de comida callejera que cocinan sobre sus bicicletas en los barrios más humildes de las ciudades chinas, cobran a sus clientes mediante móviles. Mientras que en España los bancos presentan en su publicidad el pago mediante el móvil como si fuera la última chupada del mate (que dirían los chilenos). En occidente hablamos de las posibilidades de los móviles, de nuevos medios de pago, del futuro de la domótica….y en China realizan consultas médicas, desbloquean millones de bicicletas compartidas de las ciudades, reciben cursos de formación, cobran su nómina o gestionan las luces y los aparatos de cocina desde el móvil.

Google solo se ha tenido que doblegar ante un competidor: en China Baidu es el dueño absoluto de las búsquedas. Mientras que la mayoría de gente fuera de China cuando les hablas de Alibaba te preguntan por los 40 ladrones, este grupo controla  8 de cada 10 pedidos online en el gigante asiático que, en el último año, alcanzaron un volumen de 500.000 millones de dólares. Algunos de sus portales (como Taobao.com y Tmall.com) están entre las 20 páginas más visitadas del mundo, según Alexa. Sus tentáculos llegan prácticamente a todo: han adquirido el explorador de Internet para móviles UCWeb, el más utilizado en China, y se han hecho con participaciones en Weibo (similar a Twitter), Autonavi (sistema de navegación), Youku (el Youtube chino) y hasta en el equipo de fútbol chino Guangzhou Evergrande, que ha ganado recientemente el equivalente a la Liga de Campeones en Asia. Su estreno bursátil en 2014 fue el mayor en la historia de Wall Street y a escala mundial, después de que los seis bancos que dirigieron la oferta pública de venta ejercieron su derecho de compra sobre unos 48 millones de títulos adicionales, elevando el importe captado por Alibaba en Wall Street hasta los 25.000 millones de dólares (la mayor OPV de la historia). En el número dos mundial seguirá por el momento otra empresa asiática: el Agricultural Bank of China, que en 2010 captó unos ingresos de 22.100 millones de dólares. Alibaba ya vale más que Facebook, casi tanto como IBM o JP Morgan (el mayor banco de USA) y cuatro veces más que General Motors (el segundo mayor fabricante de automóviles mundial). Alibaba simboliza el auge del comercio electrónico en China, que en pocos meses será el mayor del mundo. Se espera que en 2020 el volumen de comercio electrónico en China sea mayor que el de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania y Japón….combinados.

Mientras que en occidente parece estar mal visto hablar de la robótica y la inteligencia artificial porque amenazan los puestos de trabajo y por consiguiente nuestro modelo de organización social, China ha apostado por el desarrollo de la robótica, estimulado por el Gobierno es su último plan quinquenal, cuyo objetivo es producir 100.000 robots industriales anualmente para 2020, alcanzando una densidad de 150 robots por cada 10.000 empleados (todavía lejos de Corea del Sur, el país con mayor densidad de robots con unos 500 por cada 10.000 empleados.

China entró tarde en el mundo de la robótica, pero en pocos años se ha convertido en líder mundial. En 2016 uno de cada tres robots que se instalaron en el mundo se instaló en China: 90.000 unidades, un 30% más que en 2015. En Dongguan, más del 60% de las empresas industriales utilizan robots en lugar de seres humanos, y el fabricante Foshan espera que su mercado de automatización y robótica sea de 43,593.69 millones de dólares para 2020. El año pasado, el 96% de los robots industriales se encontraban en la industria electrónica, pero de forma progresiva se están incorporando en la industria automotriz, química, metalúrgica y de alimentos y bebidas. Los robots industriales ayudan a aumentar la productividad y permitirán a China en la próxima década continuar creciendo pese a alcanzar el máximo de personas en edad de trabajar.

Y China es el país más avanzado en el diseño de robots para el servicio (asistentes del hogar, educación, etc.) Podemos ver ya robots cuidando ancianos en residencias, o jugando con niños en la guardería. Un ejemplo de los nuevos roles de estos humanoides se puede encontrar en una de las mayores guarderías del país, llamada "Jardín Dorado" y situada a medio camino entre Pekín y Tianjin, donde tres robots blancos y de silueta curva, para que parezcan inofensivos a los niños, son los protagonistas de la clase. Los niños, de cuatro y cinco años, se acercan a una especie de Wall-E que se llama Keeko y es un robot-cuidador. Le cuentan distintas cosas cada uno, y éste las ordena y une en un cuento al que pone música. En esta guardería los niños también aprenden kung-fu o caligrafía; combinan las tradiciones con la tecnología. Y Keeko ayuda a mejorar la expresión oral, la lógica y la capacidad espacial de los niños. Keeko también baila con los niños, hace cuentas matemáticas y está dotado de inteligencia artificial, por lo que él también aprende con el paso del tiempo. En otra ciudad china, Hangzhou, su colega A-Tai es el encargado de ayudar a los cuidadores de un asilo y entretener a los más de 1.300 ancianos que viven allí. A-Tai, un poco más alto que Keeko y dotado con dos simpáticas antenas azules, es capaz de cantar ópera tradicional china (la música favorita de muchos ancianos), de llamar por teléfono a los parientes de los residentes y recordar a los ancianos y enfermeros qué pastillas toma y cuándo lo hace cada interno. Y solo en China podemos ver ya en las calles robots policía controlando el tráfico.

Todo esto forma parte de un ambicioso plan llamado “Made in China 2025” a través del cual el gobierno chino se ha propuesto ser líder en tecnología a escala internacional, por delante de potencias como Alemania, Estados Unidos o Japón, apostando por la I+D y la innovación. En una década han creado miles de parques tecnológicos, laboratorios de investigación y universidades en las que se gradúan cada año cientos de miles de ingenieros (a los que se han de sumar los más de 200.000 chinos que estudian en las mejores universidades de Europa y Estados Unidos). En biotecnología, nuevos materiales, microelectrónica, robótica, ingeniería genética, medicina, energía atómica…los chinos aspiran a ser líderes mundiales antes de que finalice la próxima década.

Si cuando escuchas hablar de China sigues pensando en una fábrica con 25.000 empleados cosiendo zapatillas de deporte, tienes miopía amarilla. Para corregirla te invito a venir conmigo a China en el próximo Seminario.