Las innovaciones más surrealistas y sorprendentes en productos cotidianos
Puppy Tweets
Sirve para meter a nuestras mascotas en la red social Twitter. La idea consiste en colgar un dispositivo en el collar del perro capaz de captar los ruidos o ladridos de nuestro perro y mandarlo a través del Wi-Fi a Twitter en forma de tuit. Este dispositivo lo lanzó Mattel, la compañía de juguetes allá por 2010 y retiró el producto de su catálogo en 2011, aunque todavía se puede encontrar su perfil de Twitter.
Brainbit
Brainbit va un poco más allá de los relojes y pulseras smart y asegura "cuantificar nuestra salud mental" mediante una banda en la cabeza que hace electroencefalogramas, pasando la información la pasa al móvil mediante Bluetooth. Curiosamente, en la página web los creadores explican que están a la espera de certificaciones médicas que avalen sus investigaciones.
my.flow
Es un tampón que avisa cuándo es el momento de cambiarlo. Es un tampón con un hilo conectado a un sensor con Bluetooth para transmitir al móvil cuál es el status de absorción.
OM Bra
Otro wearable de lo más original es el OM Bra, un sujetador que también es un monitorizador de actividad física. Que un gadget que mide la actividad esté pegado al cuerpo es buena idea por ejemplo por tema de pulsaciones, pero lo de tener que retirarlo para meterlo en la lavadora ya no es tan buena idea. Este producto no duró mucho en el mercado.
Kuvee
Para amantes del vino y la tecnología, Kuvee, una botella con panel táctil y conectividad Wi-Fi valorada en 200 dólares, un proyecto también ha desaparecido del mapa. En su interior hay una botella metálica con vino y en el exterior, una pantalla que nos muestra la información del vino, temperatura ideal para consumirlo, pedir más botellas o simplemente navegar por internet.
Sensorwake
Es un despertador olfativo que está disponible en Amazon por unos 80 euros. El olor es un sentido con mucho potencial para evocar momentos, personas y experiencias. Este despertador emplea cartuchos con esencias como la del césped, mar, pan tostado, café, chocolate o un croissant. Como es habitual, al llegar a la hora programada, lanza una alarma sonora y al mismo tiempo comienza a emitir olor. Los cartuchos se venden por separado y cuestan algo menos de 10 euros.
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