La tercera guardia (Microrrelato)

En la tercera guardia fue cuando reflexiono de lo ocurrido en la segunda.

Como siempre “Trampas” había revisado su munición y cambiado su fusil de asalto reglamentario por otro con percutor intacto. Le daba seguridad saber que tenia 120 disparos como 120 soles, era una de sus muchas frases retóricas.

Allí de madrugada pensó que hasta ese mismo día no fue consciente del riesgo que corría y eso a poco más de un mes de volver a su rutina civil.

Una guerra es una guerra eso esta claro, pero con la suerte que había tenido de no tener que disparar hasta la fecha por el empleo que le había tocado, hubiera sido muy mala suerte tener que estrenarse y aún más con la guerra terminada tres meses atrás.

La segunda guardia.

Aquella garita protegía la puerta falsa, un acceso directo al destacamento que siempre esta cerrado. Al otro lado de la alambrada estaba la llave del paso del agua para toda la instalación. Verano, calor y una ligera fuga del líquido era una tentación grande para un grupo de adolescentes que paseaban cerca así que desviaron su rumbo hacia allí.

Trampas se aproximo avisándoles que no podían aproximarse a esa tubería. Eran sus órdenes y nadie le podía asegurar que como una broma o por retar al vencedor giraran la llave y cortaran el suministro.

A pesar de las circunstancias se entablo una pelea de miradas, de gestos y finalmente de acciones cuando Trampas quitó el seguro y apunto con el arma al pecho del adolescente más cercano.

Tal vez fue el pulso firme o perder la visión de los ojos del soldado lo que llevó a los adolescentes a retirarse de la llave de paso y seguir su camino. El soldado entró en su garita y al recuperar el cierre del arma aquel maldito cartucho salto al suelo intacto mientras él temblaba hasta tener que arrodillarse. La bala, aquel trozo de metal no mato a nadie pero estuvo cerca, solo un poco mas de presión sobre el gatillo y…

Tercera guardia.

A tres metros de la garita con un cielo lleno de estrellas y frío en su cuerpo Trampas llego a varias conclusiones, era consciente que a punto estuvo de quitar al menos una vida ¿Habría sido un asesino ? No, seguramente lo hubieran licenciado antes. ¿Tenia otra salida? No, el no cumplir con su obligación le hubiera llevado a una grave sanción incluso a un consejo de guerra. Con todo lo que había visto, allí en la tercera guardia en la Alemania vencida y ocupada fue consciente, él era capaz de matar y eso a algunos les cambia sobre todo si lo viven tan de cerca.

A lo largo de su dilatada vida Trampas siempre recordaba aquel día. Escuchaba a gente comentar “yo, si a mi, lo mato” Hay personas que hablan sin conocerse, por eso Trampas cuando aparecían los conflictos dibujaba una sonrisa mientras pensaba “Quien evita la ocasión, elude el sufrimiento”

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