Huellas aparentemente humanas de hace 5,7 millones de años desconciertan a los científicos
Ultimamente, el origen de nuestra especie no deja de complicarse. Y ahora le toca el turno a una serie de misteriosas huellas fósiles, aparentemente humanas, descubiertas en la isla de Creta y que podrían alterar, para siempre, el relato establecido sobre la evolución de los primeros humanos. Las huellas tienen 5,7 millones de años de antigüedad, una época en la que, supuestamente, nuestros antepasados solo vivían en Africa y dejaban huellas muy parecidas a las de los monos.
Desde el descubrimiento de los primeros fósiles de Australopithecus en el sur y el este de África a mediados del siglo 20, el origen del linaje humano se ha situado en el continente negro. Otros fósiles descubiertos en esa misma región, incluidas las famosas huellas de Laetoli, en Tanzania, dejadas hace 3,7 millones de años por unos pies de apariencia humana, reforzaron aún más la idea de que los primeros miembros de nuestro linaje no sólo se originaron en África, sino que permanecieron aislados allí durante varios millones de años, antes de dispersarse por Europa y Asia.
Por eso, el hallazgo de una hilera de huellas de apariencia humana en Creta, y además con una antigüedad de cerca de 5,7 millones de años, se opone frontalmente a esas ideas y sugiere una realidad mucho más compleja.
Las huellas fueron descubiertas por casualidad en 2002 por Gerard Gierlinski (paleontólogo polaco especializado en huellas fósiles), durante una vacaciones en Creta. Pero no fue hasta 2010 cuando las estudió a fondo y llegó a la conclusión de que habían sido dejadas por un hominino. Ahora, Per Ahlberg, de la Universidad de Uppsala, ha retomado la investigación y acaba de publicar sus sorprendentes conclusiones.
Un pie humano
El pie humano tiene una forma muy particular, diferente por completo de la de otros animales terrestres. De hecho, la combinación de una planta alargada, cinco dedos de los pies que apuntan al frente, cortos y sin garras, con un dedo gordo mucho mayor que los demás, es única. Los pies de nuestros parientes más cercanos, los grandes simios (chimpancés, gorilas y orangutanes), se parecen más a una mano que a un pie humano, con un pulgar lateral que permite agarrarse fuertemente a las ramas o, incluso, manipular objetos.
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