El rey que perdió un reino por "SU" caballo

La historia está plagada de acontecimientos singulares y anecdóticos que hacen que los caminos de los pueblos tomen destinos imprevistos. Uno de estos le aconteció a nuestro buen amigo, Bermudo III, último rey Astur-Leonés. 

Seguro que recordáis esa famosa frase de "Mi reino por un caballo". Esta frase fue inmortalizada por William Shakespeare en su obra Ricardo III. En este caso le sucedió, al igual que a Bermudo, al rey Ricardo III, último de su dinastía, los Plantagenet, y también fue la causa de su muerte un caballo. En el caso inglés, porque lo perdió y, ya estando en tierra, se cebaron en él sus enemigos, nada más y nada menos que 9 heridas en la cabeza presentaba cuando se lo encontraron en 2012 bajo un aparcamiento municipal de Leicester. ¡Hay que ver que bien aparcado me lo dejaron y la paciencia que hay que tener en Leicester para aparcar!

Centrándonos en Bermudo III, al que llamaban El Mozo, imagino que por su edad, 20 años. Tenía sus más y sus menos con su cuñado. Como veis, eso de las divergencias con los cuñados viene de lejos. Este "cuñao"  era conde de Castilla y  posteriormente sería nombrado Rey de Castilla y de León con el título de Fernando I El Magno. "Otro que la lió parda con sus hijos, pero, esa es otra historia". 

En el enfrentamiento armado que tuvo lugar entre ambos en la batalla de Tamarón,  Bermudo III iba a la grupa de su "bólido de cuatro patas" llamado Pelayuelo. Al parecer este "noble bruto" podría haber corrido, perfectamente, en el hipódromo  de Ascot, debido a su gran velocidad. 

Si juntamos el ímpetu del Mozo y la velocidad de Pelayuelo, ya está el lío armado. El rey se lanzó contra el enemigo adelantándose a sus huestes, llegando el primero y sin nadie de sus fieles  por detrás que lo cubrieran. El final os lo podéis imaginar, le derribaron y murió de 16 lanzazos "por prisas". Si comparamos el resultado final, Bermudo vence a Ricardo por 16 a 9, todo un campeón.

Esta batalla tuvo lugar en el año 1037 en Támara de Campos, aunque hay divergencias en cuanto al lugar. La visita a esta pequeña población de Támara de Campos sorprende, sobre todo, por el enorme templo de su Plaza Mayor que pasa por ser el segundo mayor de la provincia, después de la Catedral de Palencia, "la gran desconocida".

Esta preciosa iglesia de San Hipólito el Real, que así es como se llama, combina el estilo gótico, el renacentista y el barroco. Está considerada BIC, como el boli, (Bien de Interés Cultural) y Monumento Histórico Artístico desde 1931. Su interior os deslumbrará. Me llamó mucho la atención un gran órgano que se encuentra sobre una columna, a modo de palmera, sin muros a su alrededor, para que el sonido tuviera la máxima calidad "Bose" y llegara por igual a todos los rincones del templo. 

Esta villa, muy cercana al Camino de Santiago, cogió mucha pujanza con la creación de un hospital de peregrinos (siglo XII) que estaba dirigido por la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalen. 

 Es como si la población de toda la Tierra de Campos hubiera retrocedido al siglo VIII, época en que la invasión árabe hizo que esta zona quedara despoblada. Lo que no veo es cómo se va a "reconquistar" de nuevo.

                                                           Hotel Rural San Hipólito

Afortunadamente, el turismo puede ser, y de hecho lo es, una de sus salidas. En esta foto, en plena Plaza Mayor y con unas vistas inmejorables a la iglesia, se encuentra este alojamiento rural llamado, como no podía ser de otro modo, Hotel San Hipólito. Pedid las habitaciones que dan a la plaza. 

Disfrutad como yo hice de esta iglesia-catedral y acercaos a ver Frómista, Carrión de los Condes, Palencia, Villalcázar de Sirga, la montaña palentina, y mucho más que tiene que ver esta bonita y fría provincia de Palencia.