El gordo que quiere (y puede) trabajar.

Hay una cosa de la que nunca (o casi nunca) se habla. Parece que incluso quede feo mencionarlo, pero es un cruel estigma para gran parte de los desempleados y, sin datos en la mano, me aventuraría a decir que incluso más para las mujeres: el sobrepeso y/o obesidad.

El gran tabú, la gran cruz que cargan infinidad de personas que son descartadas de forma automática por una cosa que está muy presente en la sociedad pese a que algunos incluso se mofen hasta del término: la gordofobia. Eso que se palpa en todas partes y le impide a los gordos sentirse (porque serlo lo son, otra cosa es que se lo crean) capaces de cualquier cosa. Y por supuesto, de tener un empleo como cualquier otra persona, al margen de su cintura. Y no vale eso de que hay trabajos que no pueden hacen. Recordemos un pequeño pero inspirador dialogo del filme Yo, Robot: "¿Puede un robot escribir una sinfonía? ¿Puede un robot convertir un lienzo en una obra maestra?" -pregunta el detective Spooner- "¿Podría usted?” -responde el robot Sonny-. Tampoco me vale eso que dicen algunos de que uno se siente joven (que rejuvene mentalmente) cuando hace tareas más bien de alguien de menos edad, pues dan a entender que tenemos que intentar ser o aparentar algo que no somos. Debemos sentirnos bien con nuestra edad, con nuestros kilos, con todo lo que hace que seamos quienes somos. Mejorar sí, pero no cambiar. Nadie debería estar dispuesto a cambiar ni por algo ni por alguien, pues si ese algo o alguien lo obliga es que no merece la pena. Mejorar, siempre mejorar, pero no cambiar. Como dijo el gran Aldous Huxley: "Existe al menos un rincón del universo que con toda seguridad puedes mejorar, y eres tú mismo".

Con todo esto quiero decir que hay una gran problemática con respecto a los desempleados de cierta edad, pero también con los desempleados que sufren otro tipo discriminación, en este caso la originada por la nefasta gordofobia. Así que imaginemos a lo que se enfrenta una persona que intenta salir de la situación de paro si tiene, además de cierta edad, más peso del deseado por los gordofóbicos.

Para terminar, comparto una anécdota personal: Hace un par de años, dado mi perfil profesional, me entrevistaron en una empresa para el puesto de mantenimiento. Tras el sinfin de obligadas preguntas y el tiempo transcurrido (cerca de una hora) el entrevistador acabó preguntandome si estaba en condiciones de, ejem, desempeñar las funciones propias del puesto... subir escaleras, taladrar, tabicar... Y respondí con un hecho: que me había tomado una pausa en la reforma que estaba haciendo yo solito en mi piso para acudir a la entrevista y que, nada más terminar, volvería "al tajo". Al parecer no fue la respuesta esperada. Quizá debiera haber dicho que no, que les estaba haciendo perder el tiempo porque no servía para nada. O que sí, que era un gordo valiente e intentaría cumplir con los objetivos. Pero dije la verdad, que trabajaba (y trabajo) incansablemente y que, además, hago de todo, lo hago rápido y lo hago bien. Pues con su cínica sonrisa me quedé, porque el trabajo se lo debieron ofrecer a alguien más preparado, con más experiencia o... más joven y delgado.

Y sí, escribo esto tan plácidamente con mi par de arruguitas muy bien puestas y los kilillos de más que hacen que sea quien soy.

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