Control Parental para padres con descontrol

No creo que a nadie le quepa duda que los peligros para los más jóvenes en la Red son temas muy serios y que están en boca de todos. Las cadenas de televisión, se afanan por ser los adalides contra el Cyberbullying y nos bombardean con autopublicidad y autobombo en contra todo lo relacionado con el Ciberacoso. Políticos, cantantes y famosos se unen en contra del Grooming, la Pederastia, Sextorsión… Todo muy bien. Venga, vamos todos juntos a combatir y a ganar esta guerra! Pues sencillamente, pienso que no. Que así no la vamos a ganar.

Quizás debería mirar más mis palabras, pero es una realidad que me indigna, que estoy viviendo, y que quiero compartir a la vista de mis últimas experiencias impartiendo jornadas de Control Parental. Unas jornadas a las que no acude casi nadie y donde estoy empezando a pensar que son, los mismos progenitores, los primeros que no le dan suficiente importancia o que solo le dan importancia cuando, al igual que en los cuentos, se da la voz de alarma y el lobo ha enseñado las orejas. ¿Quién se acuerda ya de los cuentos, verdad? Eso que se leía por las noches para dormir a los niños ha quedado muy lejos. ¿Alguien los hace aún? Estaría bien.

Esto es una reflexión mía, una reflexión que hago partiendo de mis últimas experiencias, como he dicho antes, intentando, porque hay que decir intentando, enseñar a los padres con qué herramientas cuentan para poder saber qué páginas visitan sus hijos, qué hacen con sus dispositivos móviles, con quién chatean, qué uso que le dan a la cámara o durante qué tiempo están conectados. Por poner algunos ejemplos.

A mí me gusta dar las clases prácticas, educativas y visuales, enseñarles aplicaciones gratuitas que hay en el mercado y que se pueden descargar allí mismo, en su móvil o tablet, para que aprendan qué utilidad tienen y cómo manejarlas. Que se lleven algo para casa. Que se lleven que alguien le ha dado una posible solución y herramienta con la que poner freno a un posible problema. Una solución práctica, sin más. Nada de charlas o tostones que no valen para nada y que, a los quince minutos, tiene a los asistentes mirando la hora o abriendo la boca deseando de salir por la puerta. ¿Qué bien verdad? Una clase práctica que nos ofrece soluciones.

Desgraciadamente nada más lejos de la realidad. A pesar de los esfuerzos por hacer que vengan los padres, apenas aparecen, y los que lo hacen se enteran, en ese mismo momento, que existen esas herramientas gratuitas. Por supuesto voy para que se enteren, es mi labor. Me gusta escuchar: “Pues yo no sabía que esto existía”, “Mira qué bien, algo nuevo que aprendo” “Esto es fenomenal, me viene divinamente”, “Hay que ver las cosas que sacan”…

Pero no todo es tan bonito, entonces es cuando llega el momento de la cruda realidad y empiezan a poner excusas como: “Es que los padres están cansados y han dicho que lo dejamos mejor para cuando pase el calor”, “A ver quién le quita el teléfono al niño o la niña para poner el programa”, “Tiene un patrón y no me lo va a decir ¿Cómo voy a entrar en su móvil?” o una frase y forma de actuar que se está convirtiendo todo un típico “Yo le miro de vez en cuando el móvil y veo con quien habla. Lo tengo controlado”. De eso nada, te lo digo yo!

Después de escuchar esas cosas, sencillamente, me caigo muerto. Para mi es increíble y no doy crédito. Pero resulta que es así, como suena.

Los que los que más excusas ponen son los mismos padres! Creo entender lo que pasa. Lo que pasa es que los padres creen controlar una situación cuando la realidad, la situación real es que tienen un descontrol de aupa y que sus hijos les dan mil vueltas. Lo que pasa es que es más fácil darles el móvil para que les dejen tranquilos un rato, echar una ojeada de vez en cuando y ver qué hacen o con quién hablan. Lo que pasa, y ya es el colmo de los colmos, es que creen que la educación de los hijos recae en los profesores, docentes, educadores… y no en ellos. Entre otras más cosas, claro está.

Muy señores míos, si aún no se han enterado, la educación recae en los padres. Así, sin anestesia. Y la enseñanza y la formación en las escuelas. Yo no me opongo a que los jóvenes tengan móviles y lo utilicen. Es una buena manera de estar en contacto con los hijos por si pasa algo y la tecnología, en principio nace para ayudar. No me meto en cómo tienen que enseñar a sus hijos. No me opongo a que sea un móvil o tablet el regalo estrella de las comuniones, navidades o cumpleaños.

Lo que digo es que tiene que haber una comunicación con los hijos y, partiendo de esa base, conocer los problemas y aplicar las posibles soluciones antes de que lleguen a mayores. Lo que digo es que, para evitar disgustos, cuando se regala un móvil a un niño por la comunión, cumpleaños o lo que sea, lleve puesto de antemano por los padres el Control Parental. Los niños siguen siendo niños y los padres tienen que poner unas normas y hacerlas cumplir. Lo que digo es que, si se facilitan y aportan medios y personas cualificadas, capaces de ayudar a prevenir riesgos, los padres deben de ser los primeros en estar ahí. No valen excusas. Los padres no pueden ser los primeros con un descontrol parental.

Es desolador y entristecedora la actitud de este tipo de padres, pero no todos los padres son iguales y no se puede generalizar. ¿Cómo vamos a ganar la guerra? Pues implicando y concienciando a los padres y trabajando junto a organismos y asociaciones contra los peligros en la red, que para eso tenemos las herramientas y las ganas de trabajar. ¿Te apuntas?