Albarracín (Teruel)...tierra de frontera, tierra Sioux

Efectivamente, Albarracín ha sido una tierra de frontera que, salvando las distancias temporales, han sido como el Oeste Americano y, además, mantiene unos espacios naturales muy cinematográficos donde sólo faltan los sioux.

Esta población es Monumento Nacional desde 1961 y está propuesto por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

En el siglo XI Albarracín era un reino taifa que estaba dirigido por una familia bereber, los Banu Razin. De aquí viene su nombre, Al Banu Razin, la ciudad de los hijos de Razin. La taifa pasó posteriormente, cedida que no conquistada, a la familia navarra de los Azagra que mantuvieron la independencia de Castilla y de Aragón desde 1170 . Estos sí que eran diplomáticos y sabían negociar. Jaime I el conquistador intentó tomarla en 1220, luego,  este rey no era tan conquistador como su sobrenombre indica. 

Es una plaza casi inexpugnable que sólo tiene una entrada y que está rodeada por el río Guadalaviar, cuyo significado es río blanco.

 Fue tomada debido al sitio al que fue sometida por Pedro III de Aragón en 1285 . Estos sí que fueron independientes.

En época de Felipe II , a raiz del episodio Antonio Pérez, secretario del rey, y respondiendo a la llamada del Justicia Mayor de Aragón, Albarracín envió tropas, junto con Teruel  en defensa de sus fueros. La derrota les llevó a una decadencia de años.

Con la invasión napoleónica, las tropas francesas destruyeron los famosos telares que tenían, igual sucedió en Béjar (Salamanca) por los ingleses. 

Durante la guerra civil de 1936 esta población fue duramente castigada, siendo bombardeada y desapareciendo algunos de sus edificios que se encontraban dentro de sus murallas en la parte alta. Podéis observarlo en la foto superior.

Albarracín, situado sobre los Montes Universales (sus primeros pobladores debían ser de Bilbao por dar este nombre a sus montes),  ha sido una tierra en la cual las familias económicamente más poderosas eran aquellas que comerciaban con el ganado y realizaban transhumancia. En esos viajes, convivían con muchos territorios españoles y se volvían en sus alforjas con aquello que más les había llamado la atención. Como ejemplo tenéis esta casa de tonos azules que podéis observar en la foto inferior, llamada Casa Azul o Casa Arzuriaga y que imita edificios coloreados de Andalucía. Hay una leyenda alrededor de esta casa que cuenta que, su propietario, Pedro Navarro de Arzuriaga, se enamoró de una joven de la localidad de La Carolina (Jaén) en uno de sus viajes de transhumancia.

 Casose con ella y, para que no añorara su hogar en Andalucía construyó esta casa, en cuyo interior hay un patio andaluz y a la fachada le dio este color para que le recordara igualmente su tierra. Esta bonita historia se da en varios puntos de España, por ejemplo en la iglesia prerrománica de Santa María de Lebeña (Cantabria) y que merece una publicación aparte. También su historia es con una dama andaluza.

Otra curiosidad, que podéis observar en la foto inferior, un balcón esquinado que imita aquellos fantásticos balcones de esquina extremeños como los de Trujillo (Cáceres), y de cuyo ejemplo tenéis uno en la foto de la derecha.

El color rojizo de sus edificios son debidos a la tierra con que encalan las fachadas y que le dan a sus calles un encanto especial.

Otra curiosidad de Albarracín son los famosos llamadores. Estos llamadores tienen forma de lagarto o dragón y comenzó a utilizarlos en sus puertas el Obispo. El origen, parece ser, se encontraba en el imaginario de que cuando los lagartos aparecen en primavera y verano, son periodos de riqueza por la  recogida de la cosecha. Cuando desaparecen debido a las temperaturas, la vida se hace más dura. Los más poderosos del lugar, imitando estos llamadores eclesiásticos, fueron incluyendo estos elementos, e incluso multiplicándolos. Eran un signo de relevancia social. Podréis observar dos o más en una puerta.

Algo importante: haced la visita guiada, vale la pena. Muy cerca de la Plaza Mayor hay una de las empresas que se encargan de esta actividad.

En las cercanías  tenéis unos pinares de lo más singulares, Los Pinares de Rodeno. Rodeno es la denominación del pino de esas latitudes y cuya madera es rojiza. Es una zona con grandes formas graníticas que hacen las delicias de los escaladores. Os encontraréis con multitud de chicos jóvenes con una especie de grandes colchones a sus espaldas y que utilizan para no sufrir daños al caer de las rocas que les sirven para escalar. Veréis muchos extranjeros practicando este deporte. 

Las imágenes con las que podréis deleitar vuestra vista son fantásticas. El verde de los pinos mezclándose con las rocas rojizas y de formas redondeadas, hacen de esta zona un paraje digno de visitar. ¡No me digáis que no faltan sólo los Sioux!

Amig@s, hay mucho que ver y de lo que disfrutar en Albarracín. Os animo a que la visitéis.

Ya sabéis, carretera y manta

Un saludo